Ayer estaba cenando y escuchaba el cantar de un grillo.
Creía que tenía abierta la ventana y que este estaba cerca.
Pero mis pensamientos eran erróneos.
El grillo estaba dentro de casa.
Cuando me acercaba a él, se callaba.
Al final lo encontré.
Debió entrar cuando estuve tendiendo la ropa.
No sabía que los grillos eran más rápidos que las cucarachas.
No pude cazarlo y desde ahora somos uno más en la familia.