Cuando era niño, recuerdo que todos los años a final de año mi hermana y yo poníamos dos cuerdas de lado a lado de una habitación de mi casa.
En esa cuerda, colgábamos las postales que íbamos recibiendo cada uno.
El que más postales conseguía, ganaba.
Era muy divertido y todos los días esperábamos con impaciencia que viniese el cartero con nuevas postales.