Ayer jugué por primera vez al Monopoly en Japón. Es un juego de mesa muy popular cuyo objetivo es comprar y vender propiedades para acumular riqueza y monopolizar el mercado inmobiliario.
Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar lo bien que jugaban mis amigos japoneses. Eran duros y rápidos a la hora de negociar, no cedían y tenían muy claro su objetivo.
En el juego, cada participante comienza con un presupuesto inicial de dinero. Los jugadores se mueven por el tablero comprando y vendiendo propiedades, gestionando alquileres, pagando impuestos y avanzando por las casillas especiales, como la cárcel o la casilla de “Salida”. Cada propiedad tiene un precio de compra y un alquiler que los jugadores deben pagar cuando caen en ella.
El objetivo principal es convertirse en el jugador más rico al final del juego consiguiendo que el resto de contrincantes entren en bancarrota. Esto se logra acumulando propiedades y cobrando alquileres más altos a medida que otros jugadores caen en tus propiedades.
También puedes ganar dinero a través de la venta de propiedades y mediante la recolección de tarjetas de la suerte y de comunidad que ofrecen bonificaciones o penalizaciones. A lo largo del juego hay la posibilidad de ser enviado a la cárcel y tener que pagar una multa para salir.
Además de la compra y venta de propiedades, los jugadores también pueden construir casas y hoteles en sus propiedades para aumentar el alquiler que se cobra. Sin embargo, esto requiere una inversión adicional de dinero y puede ser arriesgado si otros jugadores no caen en tu propiedad.
En general, el Monopoly es un juego divertido y emocionante que puede durar horas. Es ideal para jugar con amigos y familiares y puede enseñar habilidades de gestión de dinero y negociación. Si bien es un juego clásico que ha existido por mucho tiempo, sigue siendo popular en todo el mundo y para todas las edades.