De pequeño jugaba con mi familia al cróquet.
Era muy divertido y relativamente sencillo.
Con un mazo, golpeábamos unas bolas que tenían que pasar por unos arcos previamente clavados al suelo.
Al final ganaba el que hacía el recorrido completo y tocaba con la bola la estaca central.
A los niños nos encantaba este juego. No tanto el juego sino la preparación del mismo.